viernes, 15 de agosto de 2008

testimonio de un padre Vietnamita

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Escapamos de Vietnam...
P. Dominic Vu Pham LC

P. Dominic, ¿de dónde es usted?

Nací en Vietnam y a la edad de cuatro años, mi familia y yo fuimos a los Estados Unidos. En realidad, nos escapamos, y nos establecimos en Nueva Orleáns.

Usted era muy joven en ese tiempo. ¿Tiene algún recuerdo de cómo era la vida para los católicos en Vietnam cuando usted estaba ahí?

Yo tenía sólo cuatro años cuando me fui, entonces, como puede imaginar, no me acuerdo de mucho, pero sí recuerdo que para los católicos y para aquellos que estaban en la parte sur de Vietnam, eran momentos muy difíciles. Por esa razón nos fuimos de Vietnam. Escapamos, no sólo por la situación política sino, sobre todo, para tener una mayor libertad de religión. No fue fácil. No es fácil. De hecho, la Iglesia Católica es perseguida no diría una persecución abierta, pero sí, una persecución sutil del gobierno que no da a la Iglesia la libertad de vivir, la libertad para los católicos de vivir su fe.

¿Fue difícil ajustarse a la cultura occidental?

No fue difícil para mí. Yo era muy joven. No sabía mucho inglés, eso seguro. Las dos palabras que conocía eran yes (sí) y no (no) y eso era lo que usábamos para responder: sí o no. Pero siendo joven, fue bastante fácil aprender el idioma y la cultura. No fue difícil ajustarse.

¿Por qué decidió ser sacerdote?

La historia data de cuando escapamos de Vietnam. Recuerdo a aquellos que nos ayudaron en los barcos No sé si eran sacerdotes o seminaristas, pero definitivamente eran líderes en la fe y eran muy heroicos. Recuerdo que solían organizarnos para rezar el rosario en los barcos y después en los campos de refugiados. Nosotros nos levantábamos y rezábamos el rosario juntos y cantábamos himnos a María mientras estábamos escapando de Vietnam. Más tarde, llegando a los Estados Unidos, los sacerdotes que venían de Vietnam fueron como Moisés para nosotros. Ellos realmente cuidaron de la gente vietnamita cuando llegaron. Se encargaron de sus necesidades materiales, pero especialmente de sus necesidades espirituales, y para mí, eso era lo más importante, el verlos como líderes reales de la gente de Dios, de los que venía la verdadera felicidad. Recuerdo que cuando era pequeño, teníamos muchas tradiciones de los sacerdotes, y pensando en cuando fui creciendo, pienso que esos fueron probablemente los momentos más felices de mi vida.

¿Qué lo motivo a unirse a los Legionarios de Cristo?

¡Olvidé responderle que me hizo decidir ser sacerdote! Esos sacerdotes fueron una inspiración real para mí, y yo de alguna manera quería ser como ellos, quería ayudar a la gente. Ahora, lo que me hizo decidir entrar a la Legión de Cristo fue providencial. Para mí, un sacerdote es aquél que libre, voluntaria y alegremente sirve a otros en el nombre de Cristo y francamente el sacerdote que conocí que realmente me inspiró para dar los pasos para convertirme en sacerdote fue el P. Anthony Bannon, el director territorial de la Legión en los Estados Unidos. Por él, yo pienso, decidí entrar a la Legión.

¿Qué expectativas tiene de su vida sacerdotal y ministerio?

No tengo expectativas en realidad. Ha sido un cheque en blanco que he firmado, o al menos mañana con la ordenación firmaré un cheque en blanco que también tiene la firma de alguien condenado a muerte, yo pienso. Hemos rezado mucho estos días y hemos contemplado la identidad del sacerdote, y realmente he descubierto que el sacerdote es aquél que ha recibido el privilegio por su ordenación de ser crucificado con Cristo.

¿Qué quiere decir esto?

Yo creo que cada uno de nosotros debemos tratar de entenderlo mejor, pero para mí, significa firmar ese cheque en blanco y esperar lo mejor, y lo mejor, yo creo, es la Voluntad de Dios.

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