lunes, 4 de agosto de 2008

De actor publicitario a sacerdote del verdadero modelo de hombre: Cristo

De actor publicitario a sacerdote del verdadero modelo de hombre: Cristo
El P. Jorge Molino nos cuenta su vocación


16 de marzo de 2006. (Álvaro de Juana - Semanario ALBA nº 75) - La televisión ha encumbrado a muchos actores, presentadores o jóvenes modelos hacia lo más alto, y otras veces ha llevado a algunos a ocasiones una soledad e infelicidad profundas. El caso de Jorge Molino es otro: pasó de modelo publicitario de éxito a sacerdote ante el asombro de muchos amigos. A pesar de la fama que gozaba Jorge Molino al trabajar como modelo en anuncios de televisión o revistas allá por los años 80, no negó la vocación sacerdotal a la que Dios le llamaba. Nací en una familia muy católica; mis padres supieron transmitirnos la fe a sus cinco hijos, cuenta Jorge. Desde niño sintió que Dios le llamaba al sacerdocio, por eso cuando me preguntaba la gente qué quería ser de mayor les contestaba que sacerdote.
Su infancia fue como la de cualquier otro niño: me gustaba mucho el deporte, jugaba al fútbol y al voleibol, pero lo que más me atraía era el Judo, tal vez porque de pequeño los más fuertes de mi clase me pegaban. Desde aquel momento el Judo ocupó gran parte de su tiempo y participó en competiciones y entrenamientos extenuantes que me dejaban muerto de cansancio lo que, a los dieciséis años, le hizo conseguir el cinturón negro, o lo que es lo mismo, el mayor reconocimiento y grado de actitud que todo aficionado al judo sueña conseguir.
Anunciando pizza.
Ni Jorge ni su familia se imaginaban lo que, poco después, ocurriría en sus vidas; un hecho que provocó que su día a día diera un giro de ciento ochenta grados. Sucedió cuando una mañana llamaron a su hermana para hacer un anuncio en televisión, y él, con ocho años, le acompañó a las pruebas. Los responsables del casting se fijaron en aquel chiquillo gracioso y extrovertido, quedando sorprendidos por su naturalidad y buen actuar ante las cámaras. Desde aquel momento las ofertas de trabajo no le dejaron de llover a Jorge y comenzó a entrar en las casas de todos los españoles a través de la pantalla del televisor. El primer anuncio que rodé fue a los ocho años. En él anunciaba unos zapatos. Después publicité unos cuentos y más tarde pizzas explica Jorge. Me lo pasaba muy bien durante el rodaje de los ´spots´, era muy divertido. Uno de los anuncios que más disfruté grabando fue una campaña antidroga. Aunque también disfrutaba mucho anunciando zumos, refrescos como Coca-Cola, galletas o pantalones. Para él todo esto no era más que una afición que divertía a Jorge y que le llevó a ser, de la noche a la mañana, una de las caras más conocidas de nuestro país durante cerca de diez años.
Mi carácter extravertido me ayudaba a relacionarme fácilmente, por lo que tenía muchos grupos de amigos y muy variados: los del judo y el fútbol; el de la parroquia (con el que compartía la fe) y alguno
Jorge Molino, en los años 80, realizando 'spots' publicitarios.
más con el que sólo me iba a divertir. Me llevaba bien con todos, cuenta Jorge.
Así fue cómo este joven vivió durante su adolescencia entre su familia y rodeado de amigos en todo momento. Un día a día plagado de aficiones: los anuncios, el deporte y los estudios. Aunque en el fondo, sentía que todo eso no le satisfacía realmente. Percibía que le faltaba algo para ser plenamente feliz, lo que llevaba de forma continua a pensar en la vocación. "Esto era lo mejor y todo lo demás era relativo, subraya.
Su verdadera vocación.
Aunque grabar los anuncios ocupaba gran parte de su tiempo, siempre tenía presente a Dios y la idea de ser sacerdote me seguía entusiasmando. Cristo siempre fue fascinante para mí. Por eso de pequeño quise ir al seminario menor, pero por más que lloré e insistí mi padre no cedió, recuerda. Aún así, vivió feliz durante su infancia y juventud. La rectitud de mi padre, y el afecto y sencillez de mi madre, eran una combinación estupenda y lo que vivíamos en casa era genial: peleas con mis hermanas, compartir lo que teníamos, celebrar juntos las fiestas, mucha confianza entre todos, ayuda mutua, etcétera, destaca el ahora sacerdote.
Pero como los caminos del Señor son inescrutables, a la edad de quince años hice ejercicios espirituales con la Milicia de Santa María, movido por la experiencia de un amigo. Fueron cuatro días en silencio, lo que me ayudó a conocer más a Cristo y mi fe apunta. Con el paso del tiempo, Jorge comenzó a tener una vida espiritual intensa en la que buscaba crecer en la oración y ser mejor cristiano. Una de las personas más importantes durante esta etapa de su vida fue mi director espiritual, porque me ayudó muchísimo; me daba estupendos consejos y con su guía profundizaba en la vida espiritual, y yo le hablaba de mi llamada al sacerdocio, recuerda con emoción. Fue él quien me dio a conocer la Legión de Cristo, su formación, su apostolado, su espiritualidad. Esta congregación católica, fundada en 1941 por el sacerdote Marcial Maciel, fue el caldo de cultivo necesario para que la vocación terminara de arraigar en él. En mí crecía el deseo a la entrega y la Legión era el mejor camino que encontré para una donación total. Cristo, a través de personas, de instituciones y de circunstancias, me iba mostrando el camino, el lugar donde Él me quería sacerdote", reconoce Jorge, que, finalmente, se lanzó a la aventura del sacerdocio al acabar el Bachillerato.
Consagrarse a Dios.
El joven tenía muy claro que el deseo de Dios era que él ingresara en un seminario y se ordenara sacerdote, pero "no fue fácil convencer a mi padre". Él "tenía sus
P. Jorge Molino, L.C., el día de su ordenación sacerdotal.
razones, pero yo quería darle a Dios mi juventud. Y lo más importante: era Dios quien se quería dar a mí, quien quería ofrecerme su intimidad", rememora Jorge. No le importó dejar atrás su carrera de actor y modelo publicitario, ni que la gente no le reconociera cuando paseaba por la calle, porque lo que realmente quería era entregarse a Cristo. Los amigos de Jorge no podían creer que me fuera al noviciado. ¿Cómo un chico que hace anuncios, que es deportista, que le va bien en todo, puede irse al seminario?, se preguntaban sus conocidos. Todos sabían que yo era católico. Cuando salían discusiones sobre la Iglesia o la moral, no me quedaba callado; sin embargo, a algunos les extrañó muchísimo que me fuera al noviciado. A pesar de todo, yo sentía con fuerza que Cristo era mucho mejor que todo esto, por eso con alegría lo dejé todo y gané mucho más, afirma con rotundidad el que fue antiguo modelo y actor de publicidad.
En septiembre del 91 vio cumplido el designio de Dios e ingresó en el centro de noviciado de la Legión de Cristo en Salamanca. El padre Jorge Molino se formó durante 12 años en el seminario, tiempo que se me pasó volando porque cada día es una aventura, cada día es un reto, señala. Realizó estudios de filosofía y teología en el Pontificio Ateneo Regina Apostolorum de Roma.
Se ordenó sacerdote el 24 de diciembre de 2003 y desde entonces ha desempeñado su labor apostólica principalmente en México y en España. Durante su estancia en el seminario comprobó lo mucho que Dios le ama y lo generoso que ha sido con él y su familia. Por eso, ahora Jorge no duda en contar su historia y su experiencia, de la que saca una sencilla pero importante moraleja: si es cierto que hay dificultades en el camino, es más cierto que Cristo siempre está presente y su amor es lo más importante.

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